El pueblo de Oaxaca vive tiempos difíciles. Sin embargo, estos tiempos no son nuevos, desde hace varios años hemos observado con preocupación y tristeza la agudización de la violencia política, la permanente violación a los derechos humanos y la ola feminicida en nuestro estado. Ante los innumerables problemas y demandas de justicia del pueblo, la situación se agrava con el silencio, la indiferencia y la acción impune del gobierno, responsable directo de la ingobernabilidad en el estado.
El pueblo oaxaqueño cobra conciencia, no podemos dejar de escuchar el clamor de su indignación en miles de voces que se volcaron en marchas multitudinarias. El detonador que puso al descubierto el régimen autoritario y la crisis de ingobernabilidad en el estado fueron los hechos recientes del 14 de junio, sucesos en los que se hizo un uso irracional de la fuerza pública. No queremos seguir guardando silencio, queremos soluciones para los problemas de Oaxaca.
Nos rebelamos en contra del gobierno de Ulises Ruiz Ortiz, porque ya no queremos un gobierno que maneje los recursos del pueblo en beneficio de un sector privilegiado de la sociedad. Ya no queremos instituciones que no cumplan con su cometido y que son empleadas para callar la voz del pueblo, en beneficio de partidos políticos. No queremos más discursos con palabras vacías, respaldados en el cinismo y la mentira.
Nuestras palabras se apoyan en la memoria histórica de hechos y agravios que se han cometido al amparo del poder y que permanecen impunes.
Hagamos un recuento:
Tan sólo desde el 2004 hemos tenido que lamentar asesinatos políticos que siguen sin ser aclarados. Desde entonces, las violaciones a los derechos humanos han sido constantes; se reprime la libertad de expresión; se impide la vida independiente de los sindicatos; al interior del estado, se fortalecen los cacicazgos. La justicia se aplica con discrecionalidad y las instituciones encargadas de hacer cumplir las leyes se han convertido en herramientas del poder, con las que se reprimen a líderes y opositores políticos.
Cientos de veces hemos escuchado que el estado de Oaxaca es una de las regiones más ricas del país en diversidad cultural y ambiental. Sin embargo, no existen políticas que reconozcan la interrelación entre pueblos indígenas y recursos naturales para contribuir a su desarrollo. Los programas que se realizan, han deteriorado la producción en el campo, dañan el ambiente y excluyen a la población, que ante este panorama se ve obligada a emigrar; recursos vitales como el agua, se concesionan para beneficio de empresas transnacionales.
Las instituciones encargadas de brindar salud a la población no cumplen con sus funciones. Hay rezago en la atención de enfermedades tan graves como el cáncer cérvico uterino y observamos de forma dramática el incremento de la mortalidad materna. Los hospitales no tienen medicinas suficientes y carecen del equipo mínimo necesario. En el aspecto educativo Oaxaca presenta serias carencias, no sólo en términos presupuestales, sino también en su orientación y contenidos. En cambio, el gobierno se gasta los recursos del pueblo en obras suntuarias e innecesarias, tales como la remodelación del Centro Histórico de la Ciudad, atentando contra el patrimonio cultural de los oaxaqueños.
No hay transparencia ni rendición de cuentas en las acciones de gobierno. Se privilegia la simulación y la manipulación en la asignación de la obra pública para favorecer a empresas de familiares y gente cercana al gobernador; incluso, los programas sociales —federales y estatales— son utilizados por el gobierno estatal con propósitos político-partidistas.
El gobierno atenta contra nuestras tradiciones. Comercializa nuestra cultura en una forma burda e insultante para la población e interviene abiertamente en los municipios y comunidades que no se pliegan a sus consignas. Asimismo, entorpece y violenta la vida comunitaria de los pueblos indígenas, que buscan en sus tradiciones formas de convivencia y eligen a sus autoridades conforme a sus sistemas normativos. El gobierno desconoce la voluntad popular e impone administradores municipales, con lo que fractura la vida comunal.
Todo lo anterior pone de manifiesto el «estado de excepción de facto» que se vive en nuestra entidad. Por eso, el pueblo de Oaxaca se une, no sólo para exigir Juicio Político y la Revocación de Mandato del Gobernador, sino para sentar las bases de los gobiernos que nos representen en el futuro.
Necesitamos y queremos un verdadero gobierno, un gobierno que represente al pueblo de Oaxaca en toda su diversidad: pueblos indígenas, población urbana, campesinos, trabajadores, empresarios, mujeres, hombres, niños, jóvenes y las comunidades lésbico-gay. Un gobierno cuya acción prioritaria sea establecer los puentes de diálogo que den inclusión de todas las voces; que establezca instituciones, leyes y políticas acordes con la diversidad cultural y la autonomía de los pueblos y comunidades de Oaxaca; que respete la libertad de expresión y fomente el derecho a la comunicación en un marco de pluralidad cultural. Un gobierno que genere condiciones de participación para que la sociedad toda construya el desarrollo, la democracia y la gobernabilidad en el estado. Un gobierno incluyente, que trabaje en la búsqueda de soluciones a los problemas políticos, sociales y económicos de Oaxaca y que trabaje en la construcción de instituciones que representen al pueblo, sustentado en la transparencia, en la rendición de cuentas y en el respeto a la voluntad popular.
Para avanzar en la construcción de esta nueva forma de gobierno convocamos a la elaboración de un Programa Político Unitario; llamamos a un Nuevo Pacto basado en el diálogo de todos los sectores del pueblo de Oaxaca. Convocamos a construir Nuevas Formas de Conducción Política, que respeten los derechos humanos; que respeten la vida de las comunidades y la autonomía de los gobiernos municipales; que se conduzcan con igualdad, equidad y transparencia. En suma, llamamos a construir el estado de derecho, la democracia y la gobernabilidad con la instauración de una Nueva Constitución para nuestro estado, que incluya las voces del pueblo oaxaqueño.
La “Declaración del Pueblo de Oaxaca” es un documento abierto al sentir y a las demandas de hombres y mujeres: de campesinos, de comunidades y de pueblos indígenas; de empresarios, sindicatos independientes, trabajadores, maestros, estudiantes, profesionistas y artistas; de personas con capacidades diferentes; de personas con distintos credos religiosos y libres pensadores; de personas con preferencias sexuales diversas y de todos aquellos que creemos que es posible no solamente soñar con un Oaxaca mejor, sino de comprometernos a trabajar en la construcción de una sociedad más justa, de un gobierno que verdaderamente nos represente y trabaje a nuestro lado y con nosotros para hacer de Oaxaca el lugar que queremos. Una tierra donde vivamos con dignidad y justicia.
Oaxaca de Juárez, Agosto de 2006.
AUTORIDADES MUNICIPALES, COMUNALES Y AGRARIAS.
ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL.
ASAMBLEA POPULAR DEL PUEBLO DE OAXACA.