Cuando ingresó al anfiteatro adscrito a la Cruz Roja lo registraron como «NN», a pesar de que entre sus pertenencias tenía dos identificaciones: una como corresponsal acreditado de la agencia Indymedia y otra como integrante de la ONG humanitaria Asociación de Asesores de Derechos Humanos. Bradley Roland Will, neoyorquino, periodista con compromiso, alrededor de 35 años, permaneció solo durante tres horas sobre la plancha de una morgue que no sabe de respeto a la dignidad humana, donde en los anaqueles se apilan desde hace semanas una treintena de cuerpos que en vida tuvieron una historia. A Brad le dejaron en la muñecasu pulsera tejida. Nada más.
A sus compañeros y colegas los enviaron a otros hospitales, por lo que tuvieron que hacer un complicado recorrido antes de llegar al sitio donde yacía su amigo. Algunos de ellos contactaron al cónsul estadunidense Mark Leyes, pero este se negó a asistirlos en el trámite judicial para el reconocimiento de su compatriota y el inicio de la averiguación previa. Bradley Will cayó en el ataque paramilitar en la barricada de Santa Lucía del Camino, cerca de las seis de la tarde. Minutos después también caía muerto, herido de bala, el maestro Emiliano Alonso Fabián, en el bloqueo de la colonia La Experimental, frente a la procuraduría estatal. «RVG», otro representante de la AMADH, prefiere ser identificado sólo por sus siglas. Con él pasó Brad sus últimas horas, registrando el minuto a minuto de esta violenta jornada. «Empezamos recorriendo barricadas desde temprano.
Estábamos en el parque del Amor, por el Periférico, cuando acordamos que sería bueno rentar una moto para movernos rápidamente. Fuimos por la moto y de ahí partimos a Radio Universidad, poco después del mediodía. Entrevistamos ahí a los locutores, hicimos tomas de los estragos del atentado en la Facultad de Derecho y después nos fuimos al bloqueo de Santa Lucía. Circulaban versiones de que se acercaba a ese punto un grupo de paramilitares. Cuando empezó la balacera quiso acercarse lo más posible. Había un coche quemado y un autobús cruzados en la calle para cerrar el paso. Vino una segunda ráfaga. Una de esas balas le tocó a él».
Brad tenía casi dos meses trabajando en Oaxaca. Usaba una cámara de video Sony profesional que hasta el momento no ha «aparecido». Quizá en el aparato esté el registro exacto de lo que sucedió. A él le interesaba documentar el lado humano de esta historia de rebeldía. Cada noche, con dos colegas más, recorría las barricadas, compartía las horas y la desvelada y hacía largas entrevistas con los muchos personajes anónimos de este movimiento. Bradley Will ha dejado un rico acervo visual y testimonial de estas horas cruciales de la historia de Oaxaca. En la agencia tres del Ministerio Público, adscrita a la Cruz Roja, se abrió la averiguación previa 1247 sobre la muerte del periodista neoyorquino. Una de las primeras declaraciones ministeriales que constan en el expediente es la de un médico que pasaba por el lugar, quien atendió al caído e intentó trasladarlo a un hospital de emergencias en su viejo Volkswagen.
Fuente: Blanche Petrich, Enrique Méndez, La Jornada en Internet,
http://www.jornada.unam.mx/2006/10/28/index.php?section=politica&article=003n2pol 07/12/2011